lunes, 19 de marzo de 2018

Desatada Guerra Civil Reaccionaria en Brasil


Si bien el viejo Estado de Brasil lleva adelante una guerra civil reaccionaria contra el pueblo brasileño hace ya años, fue hace un par de semanas que ésta se intensificó aún más, cuando Temer firmó el decreto de intervención militar en Río de Janeiro, relegando el poder de todos los mecanismos de represión estatal a las FFAA.

Esta decisión tomada entre generales, ministros y parlamentarios fue dada a luz pública el 16 de febrero. Tres días después, el ministro de Defensa, Raúl Jungmann, afirmó de una manera sofisticada, que criminalizaría a toda la población, mismo día en que el general y comandante del ejército, Eduardo Villas, dijo que sus tropas deben actuar sin miedo a ser investigadas, dando rienda suelta a que cometan todo tipo de atrocidades que ya muy bien saben hacer.

El director de un hospital de la zona intervenida relata que la situación es similar a la de los hospitales de los países que sufren guerra de agresión imperialista, como Irak, Afganistán o Siria: “Sólo el año pasado, fueron 678 baleados atendidos por la Emergencia del Hospital de la Posse. Este año, ya llegaron a 65 solamente en el mes de enero. Y lo que más llama la atención son los tipos de heridas, que casi siempre llevan al paciente a la muerte o la amputación de brazos y piernas”.

La lucha de clases se ha agudizado a tal punto que la cantidad de asesinatos cometidos por el viejo Estado ha aumentado 7 veces la última década. Tan sólo este año, el ejército ha cometido alrededor de 20 muertes con la justificación de “combatir al narcotráfico”, hasta se suspendió la vuelta a clases de las escuelas el 1 de febrero a causa de los tiroteos. Sin embargo, como hay opresión, también hay rebelión, y ya un par de agentes policiales se han encontrado muertos.

Esta táctica del viejo Estado es una cobarde respuesta ante la creciente protesta popular en Brasil, en la que han tenido un papel fundamental las organizaciones maoístas, como la Liga Operaria, LCP, MEPR, que bregan incansablemente por elevar el nivel de consciencia y de lucha de las masas para el desarrollo de la Revolución de Nueva Democracia.

La violencia ejercida por las clases dominantes es muestra de su temor ante una gloriosa revolución que se aproxima, que hundirá a estas ratas y llevará al pueblo a la victoria.

El decreto tiene que pasar por el Congreso Nacional en primera instancia para poder llevarlo a cabo, siendo una clara muestra de la necesidad de este viejo y podrido Estado de aumentar su intervención militar y la centralización absoluta para poder combatir la revolución.

Sin duda, las masas obreras y campesinas de Brasil harán añicos este embate tarde o temprano, incendiando campo y ciudad por América Latina.

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